Desde nuestro centro de copias en el barrio de Salamanca hoy nos gustaría hablarte de un gran invento: la fotocopiadora. El culpable de tal instrumento fue el físico Chester Carlson. Pero remontémonos a épocas anteriores y al deseo constante del hombre de reproducir documentos. Por ello se creó el invento más revolucionario del Renacimiento: la imprenta de Gutenberg.
La primera
fotocopia de la historia funcionaba del siguiente modo: una superficie es cargada con electricidad estática en forma
uniforme. Esta superficie es expuesta a luz que descarga o destruye la carga
eléctrica, quedando cargadas solo aquellas áreas donde hay sombra. Un pigmento
de polvo (tinta seca o tóner) se fija en estas áreas cargadas haciendo visible
la imagen, que es transferida al papel mediante un campo electrostático.
Finalmente el uso de calor y presión fijaban la tinta al papel. Esta es la verdadera esencia de las fotocopiadoras.
Carlson patentó su invento e intentó venderlo a varias empresas, pero tuvo que esperar a 1947, cuando una pequeña empresa de Nueva York, la Haloid Company, adquirió los derechos de la patente para su desarrollo comercial. En 1961 la Haloid pasaría a llamarse Xerox Company y tardaría más de una década en poder sacar al mercado su primera máquina fotocopiadora automática de papel para oficinas, la mítica Xerox 914. Desde entonces, todo ha sido cosechar éxitos.
En nuestro centro de copias en el barrio de Salamanca disponemos de las fotocopiadoras más modernas y tecnológicamente avanzadas.
Visítanos en Copias Prado y comprobarás la calidad de nuestros trabajos.
